Mientras especulamos sobre cómo será la educación del mañana, la educación está ya definiendo nuestro futuro. La construcción de ese futuro es clave, el presente, lo que hagamos ahora, es por eso que el hoy y el mañana se articulan de una manera peculiar y paradójica, combinando en una sola palabra “educación”. Existirán pocos ámbitos en los que la brecha entre lo que se está haciendo en la actualidad y la incertidumbre del futuro no sólo sea tan evidente, sino que sea una constante del proceso educativo; como docentes nos dedicamos a formar personas, para sociedades del futuro, para ciudadanos de próximas generaciones, para entornos sociales y laborales que no solo están por definirse, sino que además están sujetos a un cambio permanente.
Por ello es tan relevante el hoy y el ahora, es necesario dejar de hablar de futuro, y pasar a centrarnos en el presente. Nos hemos dedicado a enlazar los discursos, las prácticas y los proyectos, en torno a un futuro sobre el que repetimos constantemente que no sabemos cómo va a ser. Y mientras especulamos sobre cómo será la educación del mañana, la educación está ya definiendo nuestro futuro, porque parte importante del mismo será lo que hagamos ahora.
Desde la organización tenemos esa visión de enfocarnos directamente en lo que tenemos frente a nosotros, una oportunidad de transformación que no podemos dejar escapar y que exige pasar de la palabra a la acción, dejar de estar permanentemente reflexionando alrededor de lo que nos falta, lo que no hemos hecho bien o lo que va a venir o deberíamos hacer, para enfocar el qué hacemos ahora y hacerlo ya, es aquí donde surge la iniciativa de trabajar con una de las poblaciones donde el servicio educativo ha estado influido por las condiciones socioeconómicas, culturales, de infraestructura y la pertinencia de una política educativa que no se adapta al contexto, a cerrar brechas o garantizar el desarrollo integral de la comunidad.
Como respuesta a estas necesidades se han diseñado diferentes propuestas para incluir y fortalecer el sector, una de ellas es el Proyecto ACFC del que hago parte como docente de apropiación digital, aunque la transmisión de saberes tecnológicos es la parte del proyecto que nos corresponde, también le apostamos a este proyecto por el enfoque principal, que corresponde a las nuevas estrategias educativas desde el campo y hacia el campo. Creemos que es un deber de todos aumentar el entendimiento de deberes y derechos sobre el medio ambiente, debido a que necesitamos una educación que enseñe a cuidar el planeta como algo natural de nuestra vida. El campo debe convertirse en atractivo para los estudiantes y que este se convierta en una plataforma de producción y experimentación para el bienestar general
La ciudad para muchos estudiantes del campo se ha convertido en casi la única opción que permite mejorar el nivel académico o laboral. En una búsqueda de industrialización desmesurada, persiguiendo un modelo occidental de acumular riqueza a cualquier costa, quebrantando el trabajo del pequeño productor campesino, la educación rural debe leer las condiciones particulares de los territorios, fortalecer las culturas propias, articularse con las apuestas productivas de las regiones, pero también garantizar al campesinado el derecho a acceder al conocimiento universal, al arte, la música, la literatura y la ciencia por medios digitales y tecnológicos, esto implica pensar en otras alternativas no formuladas exclusivamente en función del trabajo de la tierra o de las actividades económicas del sector.
Aprovechando la capacidad técnica, profesional e intelectual del equipo de ParqueSoft Nariño, trabajamos en la creación y disposición de un medio físico y teórico estructurado, diseñado específicamente para adaptarse a las necesidades de aprendizaje y a las diversas características de la comunidad, siendo el primer paso para brindar una educación pertinente que identifique y entienda lo rural, el pensamiento del campesino, sus aspiraciones, sus conceptos de escuela y de desarrollo, que ayude al joven y al adulto campesino a ubicarse en el mundo desde el conocimiento, la sociedad, la producción y el espacio que ocupa el sector rural en el desarrollo nacional. Una educación universal, que realce y valore lo rural, pero sin desconocer sus interrelaciones con lo urbano.
Es decir, tenemos que educar con calidad para que la gente viva mejor en su espacio rural que se está transformando rápidamente. La escuela rural tiene que facilitarles el desarrollo de habilidades de creación e innovación y darles con los elementos actuales de las tecnologías, herramientas para entender el mundo en su complejidad, pues no se puede dejar a los campesinos aislados como una pieza de museo. Pensar solamente en ofrecerles formación desde los procesos prácticos agrícolas es mantenerlos en lo preindustrial, sin que logren modernizarse y le pierdan el ritmo a la tecnología.
Transmitir conocimiento campesino de generaciones pasadas y contemporáneas de la mano de la ciencia y la tecnología sería un escenario que le apuesta a la igualdad social colombiana, generando de esta manera un país más compasivo y pacífico.
David Camilo Mosquera López
Licenciado en Informática
Docente de Apropiación
ParqueSoft Nariño